21.8.09

El que no llora no mama y el que no afana es un gil

Desde que nacemos, vamos desarrollando la capacidad empática que nos permite ser sociales, pues desde la cuna aprendemos lentamente a dejar de pensar al otro como objeto y esclavo de nuestra satisfacción, el “Use y descarte”, para pensar en el otro, en sus necesidades, sentimientos y deseos, derechos y responsabilidades.

Durante toda nuestra niñez vamos aprendiendo a ponernos en el lugar del otro , para no quedarnos solos, para que no dejen de querernos, porque sin el grupo, sobrevivimos poco y mal.

Así vamos comprendiendo a los demás junto con la idea de tiempo, causa y efecto.

Esta aparente conducta antisocial que la vulnerabilidad del recién nacido humano justifica, porque “si no llora, no mama”, queda absolutamente excluida del universo de conductas socialmente admisibles para los adultos que viven en una sociedad democrática.

Excluyo desde ya, las situaciones extremas con riesgo de vida en donde prima el instinto.


Luego de ver ayer las imágenes durante y después de la sentencia del juicio por las muertes en la disco República de Cromagnon de 194 personas y otras tantas sobrevivientes irreparablemente dañadas, sentí la misma sensación que en aquella plaza del 21 de diciembre del 2001, donde algunos festejaban sobre la muerte de otros, donde la degradación humana era la protagonista principal. Y donde los directamente afectados, se descarnaban entre sí equivocando la dirección de donde venía la amenaza.

Experimenté la misma tristeza social, aquella que sólo se siente cuando se ve a la propia especie en su fase más mísera.

Ver a personas bailar y festejar sobre los muertos y provocar a sus víctimas, (porque los que sobrevivimos a nuestros fallecidos somos víctimas impotentes ante el dolor y la ausencia), fue una escena más de degradación humana.

Conductas como estas son las que me permiten comprender entre otras cosas, por qué en Argentina el 80% de nuestros niñas y niños sufre algún tipo del maltrato y 2 de ellos se fugan de su hogar cada día por esta razón, otros tantos mueren a causa del hambre (no preciso la cifra porque en Argentina no sabemos cuántos niños nacen ni cuántos mueren cada día), una mujer es asesinada por el hombre que dice amarla cada 3 días, y el negocio de explotación sexual de niñas y mujeres está creciendo aun más que el de la droga.


Buscando salir de la tristeza de esas escenas, cambié de canal y me encontré con el “Acto político AFA - T&C, Transas y Curros oficiales”, en donde se inició el evento con el Himno Nacional Argentino y durante el paneo de imágenes y rostros “sin lustre” que la transmisión me ofrecía, recordaba a San Martín que pasó su agosto sin pena ni gloria, a Belgrano, a Moreno, Alberdi, Güemes, …. Tras el himno, el ciudadano Grondona comenzó su discurso aludiendo a “lo mucho que le dio el fútbol argentino”…. ¡Como si nos quedara alguna duda!.

Luego le tocó el turno a la presidenta de la Nación que siempre preocupada por su pueblo no encuentra la manera de obtener recursos para acabar con el hambre, pero sí los 500 o 600 millones para televisar partidos de fútbol y aun no sabemos en qué condiciones financieras.


En menos de 4 horas, presencié como muchos de nosotros esta situación que linda con la locura, sin olvidar por cierto las competencias que diversos organismos establecen informando una variedad de índices de pobreza.

Los muertos muertos están, los sobrevivientes nos las arreglamos como podemos y otra vez el NUNCA MÁS es una frase vacía de contenido.


No hay una sola forma inteligente en nuestros gobernantes que permita ilusionarnos con un plan de evacuación de esta catástrofe; a la nacional me refiero, no a las cotidianas y locales como el caso Cromagnón.

Y los que hasta el 28 de junio daban discursos como próceres, siguen peleándose por las migajas en este barco que se hunde. Parece que en realidad eran ratas disfrazadas, por eso de nada más se ocupan. Ellas siempre sobreviven, aun a costa de alimentarse de los tripulantes caídos.


Ser hallado “inocente de homicidio” por un tribunal, no anula nuestra responsabilidad en la consecución de los hechos. Ni el daño que podemos continuar ejerciendo sobre la sociedad con nuestros actos.

Ni la condena social que tenemos derecho a a aplicarles.


A la mayoría de las personas, nos trastornaría la vida tan sólo estar presentes o participando en una situación que se transforme en tragedia. Y no nos quedarían ganas de festejar nuestro pellejo a salvo, por encima de los cadáveres. Pellejo o negocios, claro está, pues al fin y al cabo, parecen la misma cosa.


Quiero compartir con Ustedes un pensamiento de Octavio Paz: “La libertad no es una filosofía y ni siquiera es una idea: es un movimiento de la conciencia que nos lleva, en ciertos momentos, a pronunciar dos monosílabos: Sí o No. En su brevedad instantánea, como la luz del relámpago, se dibuja el signo contradictorio de la naturaleza humana” (Octavio Paz, “la otra voz”)


Lic. Claudia Santalla - 21-08-09


Notas para sacar sus propias conclusiones:

Críticas por la “devaluación” de DD.HH.

"El que no llora no mama y el que no afana es un gil"

Grondona desmiente un pacto con los Kirchner

Sin nadie a la cabeza

Desde que asumió, Cristina Kirchner gastó más de un millón de pesos en publicidad por día

Carlotto defendió a Cristina Kirchner)


17.8.09

Sade y Marti

"Vivimos en la mentira del silencio. Las peores mentiras son las que
niegan la existencia de lo que no se quiere que se conozca. Eso lo
hacen quienes tienen el monopolio de la palabra. Y el combatir ese
monopolio es central." Emir Sade


"Quién ve un crimen y lo calla, lo comete" José Martí

15.8.09

EL CASTIGO DE SER MUJER, NIÑA O NIÑO SOMALÍ

Médicos Sin Fronteras (MSF) organización española de ayuda internacional, está llevando a cabo entre tantas acciones a favor de la vida y la justicia, una que consiste en llevar a escritores de distintos países a lugares en donde ellos trabajan paliando los efectos de las crisis o catástrofes humanitarias. En esta ocasión se trata de la escritora Laura Restrepo a quien han invitado a recorrer los campos de refugiados africanos en la República árabe de Yemen

Sólo les pido un poco de humanidad, templanza, caridad y coraje, para leer el siguiente artículo. Y por favor, léanlo hasta el final. Si lo prefieren pueden ingresar a la página original en la que fue publicado.


Testigo del horror: Las reinas de Saba

LAURA RESTREPO 09/08/2009

Por Laura Restrepo

Vienen subiendo, y son miles. Mujeres con sus hijos. Saben que muchas morirán por el camino, o que tendrán que dejar enterrados a sus hijos. Pero la decisión está tomada, y no pararán hasta encontrar un lugar donde la vida les abra por fin la puerta. Cueste lo que cueste, y por encima de quien se interponga. Si te paras aquí, en la costa sur de Yemen, vas a verlas venir: el Cuerno de África entero parece estar subiendo. En pateras, por el desierto a pie, mendigando a través de las antiguas ciudades. Me dice Habiba -somalí, comadrona graduada y querida amiga mía- que cuando escucha la palabra refugiados no piensa en hombres. Cierra los ojos y ve mujeres con niños.

-Habiba -le pregunto-, ¿no serás tú la reina de Saba?


¡¿What?!


Cuando Médicos Sin Fronteras me propone visitar los campos de refugiados africanos en la República árabe de Yemen, lo primero que hago es releer un texto de 1934 en el que André Malraux cuenta cómo abordó un pequeño avión para sobrevolar esa región en busca de una mujer de 3.000 años de edad. Se trataba de la legendaria reina de Saba, soberana del incienso y de la mirra, nacida en algún punto incierto entre Yemen, Etiopía y Somalia. Poco después de su expedición, Malraux le anunciaba al mundo que había avistado desde el aire los vestigios del mítico imperio de Saba. Y sin embargo, a ella, a la Reina, nunca la encontró.


Nos acercarnos en jeep a Adén, en el extremo sur de Yemen. Ubicado sobre el golfo que lleva su mismo nombre, Adén mira hacia las desoladas costas del Cuerno de África, que le quedan a menos de 150 millas náuticas de distancia. Es el primer puerto que existió sobre el planeta. Allí fueron enterrados Caín y Abel, y construida el Arca de Noé, o al menos así está escrito; allí Arthur Rimbaud comerció con café, traficó con armas y renunció a escribir versos. Por las ventanas del jeep sólo vemos arena. Estamos en medio de ese mismo desierto yemení que en la historia antigua se tragó al ejército romano de Aecio Galo. Y de repente, como salida de la nada, aparece la reina de Saba. Es ella, no hay duda. Pero no la legendaria, sino la de carne y hueso. Y no la real, de realeza, sino la real de realidad.


Viene descalza, en medio de un grupo de 15 o 20 caminantes. Flaubert la imaginó vestida en brocado de oro con faralaes de perlas, azabaches y zafiros, pero no es así. Trae la ropa hecha jirones, arena en la boca, la mirada ausente y el cuerpo quemado por el sol y la sal. Se diría que es etíope por el color de su piel, que llaman nilótico en la suposición de que el tono, de un dorado tostado, es el mismo que el de las aguas del Nilo. Le preguntamos hacia dónde va. "A Arabia Saudí", responde. Pero no tiene brújula, ni guía, ni fuerzas, y no sabe que camina justamente en la dirección opuesta.


Como ella, miles de etíopes y somalíes echan a andar desierto adentro a la buena de Dios, o de la mano de Alá, retando a la fatalidad y ahuyentando demonios. Han cruzado el golfo en una de las travesías más arriesgadas e inhumanas que se puedan concebir. Vienen huyendo de la guerra, del hambre y del odio, o como diría Malraux, de las tres caras de la muerte.


Trono de arena. Volvemos a ver a la señora de Saba unas horas más tarde, en la playa, pero esta vez es somalí. Antiguos textos abisinios la llaman Makeda. El Corán la llama Belkis y la presenta "en un trono magnífico". Pero ella asegura llamarse Ayanna, trae un bebé en brazos y está sentada en la arena. Hace parte de los new arrivals, o recién llegados, tras un landing, o desembarco, traídos por los smugglers, o traficantes de personas. Los propios somalíes bautizan su éxodo con estos nombres en inglés; a fin de cuentas, aprendieron el idioma durante los años de dominación británica, una de tantas que han tenido que sobrellevar. También los franceses, los italianos, los rusos y Ronald Reagan saquearon su tierra, la convirtieron en campo de batalla y tras el retiro de las tropas la dejaron sembrada de armas, las mismas que luego fueron desenterradas por los asesinos locales: señores de la guerra, narcos, violadores, tiranos, piratas, clanes enfrentados, milicias vengadoras, smugglers. Hoy, las grandes naciones ni asoman por Somalia; la han dejado librada a la impiedad de su suerte. Nadie puede con ella, ardiente luna silenciosa que a todos espanta. En 1992, cuando ya el exterminio y la hambruna la habían arrasado, el mundo pareció apiadarse y mandó por fin ayuda humanitaria. Con resultados desastrosos: a los siete meses de su arribo, las fuerzas de Naciones Unidas la abandonaban, ametrallando en su huida a población civil desde helicópteros. A todos derrota la indómita Somalia, pero a quien más derrota, castiga y desangra es a sí misma. Me recita Habiba un viejo dicho somalí:

"Con mi hermano contra el resto de la familia. Con mi familia contra mi clan. Con mi clan contra los demás clanes. Todos los clanes juntos contra el resto del mundo". Conozco el fenómeno. También yo provengo de un país, Colombia, hundido en un atolladero histórico donde nos devoramos los unos a los otros. No por nada Colombia y Somalia comparten el mismo paralelo sobre el globo terráqueo.


El bebé que Ayanna sostiene en brazos está vivo. Milagrosamente. Pese a estar exhausta y atónita, ella repite una letanía de frases secas, cortas. Dice a quien quiera oírla, o se dice a sí misma, que su niño venía llorando en el barco. Los smugglers le advirtieron que lo tirarían al mar si no lo callaba, pero cómo iba a callarlo, si ni agua tenía para darle. El niño siguió llorando y lo tiraron. Ella se tiró detrás, pudo agarrarlo antes de que se ahogara y nadó con él hasta la costa. Pero en el barco se le quedaron sus otros dos hijos. Luego los encontró, allí en la playa, vivos también. Uno de los refugiados que venían con ella en el barco los había ayudado a alcanzar la orilla.


No todos corren con la misma suerte. Barcos en los que sólo cabrían 30 o 40 personas son atiborrados con 120 o 150, en travesías que suelen durar entre tres y cinco días. Las soportan sin comer ni beber, a rayo de sol, entre orines, heces y vómitos propios y ajenos. A quien se mueva o proteste, los smugglers le descerrajan un correazo por la cabeza, la cara, la espalda, abriéndole la carne con la hebilla metálica del cinturón. Para no ser interceptados por la patrulla costera yemení, los barcos llegan de noche, dan media vuelta antes de alcanzar la orilla para emprender el regreso y en ese momento arrojan al agua su carga humana. En medio de la ciega negrura, algunos se ahogan porque no saben nadar. Otros, porque vienen entumidos tras permanecer tanto tiempo inmóviles y encogidos. Los hay que desaparecen nadando mar adentro, porque en la costa desierta no hay una luz que los guíe. Los etíopes llevan la peor parte. En el barco los hacinan abajo, en la bodega para el pescado, donde no es raro que mueran de asfixia, y una vez en Yemen no se les reconoce status de refugiados políticos, como sí a los somalíes. Por capricho de las convenciones internacionales, los etíopes son considerados simples migrantes económicos, y en cuanto tales pueden ser deportados.


Cuando emprenden el viaje, todos ellos saben del horror que les espera. No sólo lo saben, sino que duran meses juntando los 80 o 100 dólares que les cobran por el pasaje. "En el mar es posible que te mueras", me dice Habiba, "pero si te quedas en Somalia, es seguro que te matan".


Traídos por las aguas. Habiba huyó de Somalia hace siete años, también ella en patera, y hoy trabaja con los equipos de Médicos Sin Fronteras que patrullan la costa yemení a la espera de landings. Socorren a los recién llegados con primeros auxilios, agua, biscuits ricos en proteínas, ropa seca y chanclas de caucho, y les ofrecen transporte hasta un centro médico en la vecina Ahwar, donde podrán permanecer mientras se reponen. Al menos del cuerpo. Del extremo sufrimiento, la desesperanza y la muerte de los suyos, nadie podrá curarlos. Me cuentan que, hace unas semanas, entre los refugiados venía una muchacha muy bella. ¿Acaso no sería ella la reina de Saba? A lo mejor -condesciende Habiba-, pero al llegar a Yemen, los traficantes le impidieron bajarse del barco junto con los demás. Ella gritó, se volvió loca, intentó tirarse al agua, pero la amarraron. Se la llevaron de vuelta para violarla a su antojo.


Hussein, otro de los integrantes de MSF, me habla de la madrugada del pasado 15 de diciembre. "Imposible olvidar esa fecha", dice. "Al llegar a casa me bañé, al otro día me bañé dos veces. Pero por más que me bañe, esa fecha no la olvido. Habíamos salido a patrullar por la costa y hacia las siete de la mañana divisamos siluetas. ¡Landing! Venían como zombis", dice Hussein, "desnudos, con la expresión en blanco. Estaban muy mal, peor que otras veces. No reaccionaban. Al fin uno nos dijo lo que ya sospechábamos, que había volcado la patera en la que venían con otros 130 pasajeros. Atendimos a los vivos, corrimos hacia el mar y a lo largo de la playa fuimos encontrando los cadáveres. Muchos. Conté 57. Entre ellos había niños, adolescentes, mujeres embarazadas. Los cangrejos ya se estaban comiendo sus cuerpos. Los fuimos arrastrando lejos del agua, los tomamos fotos para que después sus familiares pudieran identificarlos, los metimos en bolsas plásticas. Trabajamos hasta que se cerró la oscuridad y no nos permitió seguir haciéndolo. Regresamos a la playa a primera hora del día siguiente y vimos que el mar había traído más cuerpos".


Los tres pisos de tu culpa. Jameelah lleva más de ocho años en el campo de Kharaz y sigue tan enferma como el día en que desembarcó. Las dolencias ya no están en su cuerpo, pero las carga en el alma. Se vino dejando atrás a su madre y a sus cinco hermanos. Trajo consigo a su único hijo, que murió durante la travesía de un golpe que le asestaron en la cabeza. A partir de entonces, tan pronto logra dormirse, Jameelah cae en una pesadilla que la martiriza. Sueña que un yenil, o demonio, la arrastra hacia una construcción de tres pisos donde la somete a juicio. En el primer piso, la condena por la muerte del hijo. En el segundo piso, la condena por abandonar a la madre y los hermanos. En el último piso también la condena, pero al despertar, ella no logra recordar por qué motivo era juzgada esa tercera vez. Jorge, uno de los psicólogos de MSF, le da un cuaderno y le pide "Jameelah, escribe tu sueño". Ella lo hace. Jorge lee y le dice: "Ahora vamos a preparar tu defensa. La próxima vez vas a explicarle al yenil que viniste a Yemen para trabajar y enviarle dinero a tu madre, que no la abandonaste, ni tampoco a tus hermanos, y que a tu hijo no lo mataste tú, lo mataron los smugglers. Dile a ese yenil que no haces nada contra tu familia, al contrario, has intentado darle mejor vida, aunque la posibilidad no esté en tus manos". El sueño de Jameelah se ha seguido repitiendo, pero ahora el yenil la absuelve en el primero y el segundo piso. Sin embargo en el tercero la condena, y ella sigue sin saber de qué la acusa. "La culpabilidad de las víctimas es un pozo sin fondo", me dice Jorge, el psicólogo.


SALOMÓN ¿USABA GUANTES?

Está escrito que Makeda salió de Saba y cruzó el desierto en busca de Salomón, de quien le habían dicho que era un rey sabio. Las sabias están más bien aquí, pienso al visitar el consultorio médico en el campo de refugiados del ACNUR en Kharaz, en pleno desierto, a tres horas por carretera de Adén. Los médicos son dos muchachas yemeníes, la doctora Jazmin y la doctora Leila. Según la usanza en el país, ambas van tapadas con abaya y toca negras de la cabeza a los pies, salvo una mínima ranura por la cual pueden verte, y tú a ellas puedes verles los ojos. Jazmin debe de pertenecer a un clan más tradicionalista que Leila, porque lleva puesto, además, un par de guantes negros que no se quita en público. "No siempre es fácil atender a las refugiadas", me dice. "Si sólo lidiaras con enfermedades, vaya y pase, pero tienes que enfrentarte a algo casi incurable, los prejuicios atávicos".


Yo miro sus guantes, miro el denso velo que le oculta la cara, y no puedo creer lo que estoy escuchando. Afortunadamente, ella, sin darse por aludida, me sigue explicando. Me dice que en el campo hay una somalí destrozada por un dilema. Vivía en Mogadiscio cuando una tarde, al regresar a su casa, fue violada por los seis o siete integrantes de una milicia etíope. No sólo la violaron una y otra vez, sino que la hirieron con cuchillo, le rompieron un brazo de un culatazo y la abandonaron cuando la creyeron muerta. Es lo habitual allí: ultrajar a las mujeres de otro clan es una de las formas que asume la venganza. Alguien la encontró en coma, se las arregló para hacerla ver por un médico, y ella sobrevivió. Pero se convirtió en motivo de shame, vergüenza, para su familia somalí, por haber sido violada por etíopes. Luego se dio cuenta de que había quedado embarazada, y huyó de Somalia por temor a que sus propias gentes mataran a la criatura al nacer. Dejó en casa a sus cuatro hijos, logró cruzar el golfo y se presentó en el campo de Kharaz, pidiendo asilo. Allí, las doctoras Jazmin y Leila le atendieron el parto. El niño, que nació bien, tenía la piel oscura de los etíopes, así que con sólo verlo, cualquier somalí reconocería en él la sangre ajena. Desde Mogadiscio, la abuela le rogaba a la mujer que abandonara en Yemen al niño etíope y que volviera a casa a hacerse cargo de los otros cuatro, que estaban pasando hambre. Ella sabía bien que con el bebé no podría regresar. ¿Qué hacer? Estaba enferma de confusión, de angustia, de soledad. Los dos médicos tomaron el problema en sus manos. Le ayudaron a conseguir trabajo para que pudiese enviarles dinero a los hijos que dejó en Somalia, mientras permanece en Yemen con el más pequeño. Y le asignaron una madre sustituta que cuida al pequeño de tanto en tanto, mientras ella visita a los otros en Moga. Ni el propio Salomón hubiera salido con una solución tan salomónica.


La casa de las mendigas. En el calor lento de las seis de la tarde se fermenta un olor denso y ahumado a cardamomo y canela, a basura, orines e incienso. Estamos ahora en el laberinto de pasadizos de la barriada de Al Bassateen, en las goteras de Adén, donde sólo viven somalíes y half-castes, o yemeníes con sangre somalí. Desde hace un rato alguien me sigue, tirándome de la manga. Es una mujer con un recién nacido en brazos. Es una alyawm, una limosnera. "Vete a casa", le dice Habiba, "tu niño está demasiado pequeño, ¿cuánto tiene de nacido?". "Cuatro días", responde la mujer, "lo parí aquí mismo, en la calle". Nos lleva a donde vive, la casa de las mendigas. Doce o trece mujeres comparten un pequeño patio de tierra y a medio techar. Algunas se ven descarnadas y enfermas, y una de ellas no se mueve ya: espera acurrucada en un rincón, con la boca abierta y los ojos atónitos, a que le llegue la muerte. Syrad, la más enérgica y saludable, nos ofrece té. "En Al Bassateen, mendigar es el único oficio para una viuda", dice. Si le pides limosna a un hombre yemení, se siente en la obligación de dártela. Es musulmán, la religión se lo ordena. Pero si es muy negociante, te pueden decir: "Toma estas monedas, tómalas; pero si me la chupas, te doy el triple".


Le pregunto a otra de ellas qué espera de la vida, y responde que nada. "Recién llegada de Somalia tenía sueños", dice, "porque pensaba que aquí la vida podía ser mejor. Ahora sé que no es mucho mejor. Bueno, sí, tengo un sueño, uno pequeño, el sueño de cada día: que alguien me dé una limosna".


Caminamos luego hasta el famoso Bloque Tres, el sector de las dhillos, o prostitutas. Nos permiten entrar a una de las casas. En realidad es un patio casi igual al de las mendigas, pero en éste las mujeres son más jóvenes y han pegado en los muros afiches de Bollywood. Se envuelven el cuerpo en coloridas futas, llevan los brazos pintados de gena, anillos en los dedos de las manos y los pies, ajorcas en los tobillos y brazaletes en las muñecas. Nos ofrece el té un muchacho depilado y maquillado que parece ser de inferior rango porque las mujeres le dan órdenes. Colocan en torno al patio colchonetas de espuma de caucho, traen pequeños cojines para que Habiba y yo estemos más cómodas y rocían el ambiente con desodorante floral en spray. Ahora sí -escribo en mi libreta-, me encuentro entre las auténticas reinas de Saba, con todo, y almohadones, perfumes y joyas.


Al principio ni mencionan su oficio, pero poco a poco aflojan y van contando las ventajas y los sinsabores de la vida que llevan. "Por aquí es costumbre que te paguen con comida", dicen. "Te invitan a cenar y sales de ahí con el estómago lleno y las manos vacías. Otros te enciman el khat. Algunos clientes sólo piden que les dejes pasar la noche contigo. Se acuestan a tu lado y no hacen nada, salvo mascar khat. Están consumidos por el khat, que a la larga los deja impotentes. No les importa, lo siguen mascando, y nosotras también. Conseguimos suficiente khat para estar alegres, y suficiente comida para mantenernos vivas. Pero rara vez podemos juntar dinero para mandar a Somalia. Una opción mejor es trabajar en hoteles. Los taxistas te llevan hasta los hoteles a cambio de una mamada, y al regreso, igual. Como por aquí es raro ver un billete, los trabajos se pagan en especie. En el hotel limpias los cuartos, tiendes las camas, trapeas los pasillos y estás ahí para cumplir la voluntad del huésped. Cada tanto, el dueño nos lleva a un hospital a que nos revisen la sangre. Cuando caen huéspedes de Arabia Saudí, traen dinero en los bolsillos, y nosotras podemos mandar algo a casa para nuestros hijos".


De repente se enciende la algarabía en el Bloque Tres. Se ha armado la trifulca y de todas las puertas salen mujeres dando gritos. Un cliente quiso volarse sin pagar, la damnificada dio la voz de alarma y ahora corren tras él. Lo alcanzan y le propinan una paliza. Aparentemente, sólo le cae encima una lluvia de puños, pero en realidad le causan heridas con los brazaletes de metal que llevan en las muñecas.


Un televisor y una cama. Es posible que Saná sea la ciudad más bella del planeta. Como sacada de Las mil y una noches, dicen las guías de turismo, y lo compruebas tan pronto atraviesas la vieja muralla por Bab al Yemen y te cae encima todo el prodigio del medioevo oriental. Afuera de la muralla, sin embargo, es otro el cantar: una modernidad destartalada, sucia e inconexa, con Internet lento y tráfico energúmeno. El último rincón de este adefesio urbanístico es la barriada popular de Safía, donde en una habitación sin muebles me esperan 15 mujeres, largas y esbeltas, a punta de hambre. Son algunas de las somalíes que sobreviven en la capital limpiando casas durante el día, y hacinándose de noche con sus hijos en habitaciones como ésta. Van cubiertas como las yemeníes, pero a medida que conversamos, se quitan la ropa negra y debajo aparecen las coloridas telas africanas. Iprah lleva un brazo enyesado; fue atropellada por un coche en las calles de Saná y no logró que la atendieran en ningún hospital hasta una semana después, cuando encontró a familiares que aceptaron pagar su cuenta. Yurop tiene la frente y una oreja quemadas. Hace un par de años intentó quitarse la vida por el medio tradicional de suicidio femenino en su tierra, que consiste en rociarse con combustible y prender un fósforo. Se lo impidieron unas vecinas, sofocando el fuego con mantas de lana.


Está escrito que cuando la reina de Saba se iba acercando a lomo de elefante, bajo su parasol rojo con campanitas de plata y respirando por la boca porque le oprimía el pecho un corsé de pedrería, era tal el esplendor que irradiaba, que la multitud, deslumbrada, se postraba en tierra a su paso. No les pasa otro tanto a las reinas de Safía, acostumbradas a soportar un sonoro "vete al infierno" cuando preguntan si necesitan quien haga la limpieza. "Desconfían de nosotras. Nos acusan de groseras y ladronas, y abusan. El otro día me quejé ante una señora: ’Vigila a tu marido’, le dije, ’quiere violarme’. Me respondió: ’Y qué problema te haces, dale lo que quiere, ¿acaso no te pagamos en esta casa?".


Las 15 mujeres están agotadas. Son ya las nueve pasadas de la noche, hace poco regresaron de sus rondas por la ciudad y acaban de alimentar a sus hijos con las sobras de comida que pudieron recoger. ¿Con qué sueñan, muchachas? Les pregunto antes de despedirme, y a coro me responden: "Con una cama y un televisor". Y cómo no, comento, después de semejante jornada cualquiera quisiera echarse en una cama y poner la mente en blanco frente a una pantalla. "No, no es eso". Yurop me explica: "La cama es para encadenar a los niños, ¿entiendes? No nos queda otro remedio. Tenemos que dejarlos solos durante todo el día, y si salen a la calle, cualquier cosa puede sucederles. La única solución es dejarlos amarrados a las patas de una cama. Cuando regresamos a la noche están hechos un desastre, lo primero que hacemos es lavarlos. Están orinados, cagados, lloran a gritos, se han peleado entre ellos, no han comido nada. El televisor es para que se entretengan mientras nos esperan".


La humanidad sólo cuenta con unas cuantas líneas escritas que dan testimonio de la existencia de la reina de Saba: alguna referencia en la Biblia, poco más en el Corán, menciones en textos apócrifos, manuscritos perdidos en alguna biblioteca, un reportaje de André Malraux. Y unas ciertas cartas. También en Safía me entregan una docena de estas cartas. Le sucede a cualquier extranjero que se asome por Kharaz, por Ahwar, por Al Bazateen: sale con los bolsillos llenos de cartas que las refugiadas escriben en inglés y llevan a todos lados en bolsitas plásticas. Están copiadas a mano y van dirigidas a todos, a ninguno, a quien quiera escuchar. Pueden ser escuetas biografías de una o dos páginas, o anuncios de se busca: un hijo perdido en medio de la guerra, un esposo que emigró y no da señales de vida. Puede ser el nombre de una medicina que no logran conseguir para un hermano que se queda ciego, o para una abuela que sufre de los nervios. Puede ser también la denuncia de una violación en tal barrio, de una matanza en tal pueblo. Las más breves son apenas un nombre y una ubicación, me llamo tal, me encuentro en tal lugar. Cada una de estas cartas es un llamado imperceptible, un improbable acto de fe, como el "aquí estuvo fulano" que un desaparecido raya con la uña en el muro de una celda.


EL PAIS SEMANAL - 09-08-2009



VER OTROS ESCRITORES Y VIAJES JUNTO A MSF


Mario Vargas Llosa en la República Democrática del Congo


El escritor nicaragüense Sergio Ramírez retrata Haití, el país más pobre de América. Miseria, vaivenes políticos y falta de futuro atenazan a una población acostumbrada al abandono. Segunda entrega de esta serie con la que Médicos sin Fronteras y 'El País Semanal' quieren rescatar del olvido a las víctimas de la violencia.en Haití

6.8.09

Observatorio de la Deuda Social Argentina

Ayer miércoles 5 de agosto a las 18 hs fue presentado oficialmente en uno de los auditorios de la Universidad Católica Argentina el informe anual del Observatorio de la Deuda Social Argentina, dependiente del Dto. de investigaciones de dicha Universidad y con el apoyo de la Fundación Arcor.

Me gustaría compartir con Ustedes un escrito publicado por la Agencia de Noticias Pelota de Trapo que cita información del mismo en el artículo "Ilusiones".

Ilusiones
31/07/09
Por Miguel A. Semán

(APe).- La mayoría de los hombres no alimentamos ilusiones desmesuradas, apenas las suficientes para mantener limpia la camisa de la dignidad, unas gotas de autoestima y un moderado, también inconfesado, amor al prójimo. Por eso el crimen imperdonable, imprescriptible por excelencia debería ser el saqueo de nuestras esperanzas. Y ese delito se ha perpetrado y se continúa perpetrando minuto a minuto en las vidas de los argentinos.
Así lo revela al menos una encuesta hecha sobre 2.500 hogares, en nueve centros urbanos del país, por el Observatorio de la Deuda Social Argentina, dependiente del Departamento de Investigaciones de la U.C.A. El estudio dice que en ocho de cada diez hogares de nivel económico bajo o muy bajo sus integrantes ni siquiera se permiten pensar en proyectos a futuro.
Alguien podrá sostener que, en rigurosa verdad, el futuro no existe y el pasado ya nos ha dejado, por lo tanto sólo nos quedaría el presente implacable. Pero el presente sin el minuto, el día, la semana y el mes que lo siguen es lo más parecido a la muerte que podamos imaginar. Esta ausencia de mañana no se da sólo, ni siquiera principalmente en la Autónoma ciudad de Buenos Aires, que como decía el Leopoldo Marechal tiene el vuelo metafísico de una gallina, sino que se hunde como una daga en el vientre del país interior. Es en las provincias donde la incertidumbre sobre los proyectos personales a largo plazo se expandió aún más que la pandemia.

Dice el informe de la U.C.A. que mientras en los dos estratos más altos (medio bajo y medio alto) el incremento de la desesperanza rondaba en promedio el 50%, en los sectores más postergados de la sociedad la variación interanual superaba en promedio el 110%. Esta idea de no poder pensar más allá del día, es decir la incertidumbre, o la certeza, de no poder imaginarse la mañana siguiente alcanza casi al 50% de la población del país.
Pero además, hay otro dato: Cuatro de cada seis argentinos cuando se los consulta dicen no saber a dónde ir. Si de cada seis de nosotros cuatro no sabemos hacia dónde vamos, eso significa que estamos perdidos. No irremediablemente, pero nos guste o no, hemos dejado que se nos escapara el rumbo.

En general, dice el informe publicado por La Nación, en las poblaciones donde más cuesta encontrar un camino para poder mejorar las condiciones de vida o que viven en crisis cíclicas es donde más se instalan las ideas de que existe poca o ninguna posibilidad de evitar que factores externos "gobiernen" las propias acciones.

Dice Ana María Brenla, responsable del área de investigación de la UCA, que a los humanos los pone mal el hecho de no poder controlar sus propias vidas. Los descreídos todavía sienten en sus manos la ausencia de algo que nunca podrán recuperar. Sus herederos ni siquiera pueden aferrarse a esa carencia; no sólo no llegan a pensar en mañana, se les hace imposible creer que alguien alguna vez les haya imaginado este presente.

Fuente: www.pelotadetrapo.org.ar

4.8.09

Docente denunciado por la Cámara Argentina del Libro


El abogado Raúl Alejandro Ochoa, apoderado de la Cámara Argentina del Libro, inició una causa criminal contra el profesor de filosofía Horacio Potel por infracción a la ley 11.723 de propiedad intelctual. Potel es el creador de los sitios Nietzsche en Castellano (www.nietzscheana.com.ar), Heidegger en Castellano (www.heideggeriana.com.ar) y Derrida en Castellano (www.jacquesderrida.com.ar).

Estos sitios ofrecían una completa relación de los textos, vida y obra de los tres filósofos, además de fotos, biografías, comentarios y enlaces.

El más antiguo es el de Nietzsche, que cuenta desde su inicio y hasta hoy con más de cuatro millones de visitas.

El buscador Google sitúa a los tres sitios entre las primeras respuestas a las búsquedas por nombre de los autores.

Potel tomó conocimiento de la denuncia en su contra gracias a la vista de un agente de policía encargado de establecer su domicilo, en el barrio porteño de Montserrat . "Usted sabrá en qué anda" respondió el agente cuande se le preguntó cuál era el motivo de la averiguación.La causa lleva el número 57.627 y actúan el juzgado en lo criminal de instrucción Nº 37 y la Fiscalía 49. Los imputados son los sitios sobre Heidegger y Derrida, ya que la investigación preliminar realizada por la Unidad Fiscal de investigación de Delitos Tributarios y Contrabando (UFITCO) estableció -gracias a la lectura de la página web denunciada- que el fallecimiento de Friedrich Whilem Nietzsche ocurrió en el año 1900, superando los 70 años establecidos por la ley para la conservación de los derechos de autor.

Potel enfrenta hoy la posibilidad de sufrir la intervención de su teléfono, sus casillas de correo electrónico (obtenidas por UFITCO gracias a los servicios de la empresa Telexplorer, según consta en el expediente) y el allanamiento de su domicilio. Esto último, con el fundamento de "establecer el lugar físico donde se origina el hecho".

Las páginas Derrida en Castellano y Heidegger en castellano fueron vaciadas de sus contenidos por el propio Potel.

Los enlaces que iban a los textos hoy muestran la leyenda "Este sitio ha sido desactivado debido a una acción judicial iniciada por la CÁMARA ARGENTINA DEL LIBRO". A partir de la publicación de esa leyenda y de una nota informativa en la red social Facebook, la Red empezó a reaccionar. Potel recibe diariamente mensajes de solidaridad de académicos, estudiantes y autores tanto de Argentina como de varios países como Chile, Ecuador, México y España. La mayoría de estos mensajes hacen referencia a la imprescindibilidad de las páginas para el estudio, la investigación y la difusión de las obras de Derrida y Heidegger en países en los que el costo de los libros hace prácticamente imposible su adquisición para miles de estudiantes, además de no estar algunos de ellos disponibles en librerías.

Potel entiende a los sitios como "Bibliotecas públicas on line". "Nunca lucré ni tuve la intención de lucrar con la publicación de las páginas. En 1999 (cuando empecé con el sitio Nietzsche en Castellano) estaba fascinado por las infinitas posibilidades que la red ofrece para el intercambio de conocimientos.Estos sitios son mi mejor obra, y para mí es trágico haber tenido que removerlos. Son el fruto de muchísimo trabajo y fueron totalmente financiados por mí. No entiendo por qué tanta necesidad punitiva por parte de una corporación (se refiere a la CAL) que dice defender la lectura, la educación y la cultura".

La Cámara Argentina del Libro cuenta con el cuestionable antecedente de haber hecho allanar la sede de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA e incluso logró condenar a algunos docentes por hacer que los alumnos fotocopien material bibliográfico. La escena de la policía entrando a Puán es recordada con estupor por muchos miembros de esa comunidad académica.

¿Que hacer?

Difundir por todos los medios posibles esta noticia, los hechos argumentan por si mismos.

Usted puede escribir cartas o mails a Les Éditions de Minuit (7 Rue Bernard Palissy, 75006 Paris 06, France, email: contact@leseditionsdeminuit.fr), la Cámara Argentina del Libro ((Av. Belgrano 1580, Piso 4, C1093AAQ Buenos Aires, Argentina, email: cal@editores.org.ar) o al Consejo Federal de Educación de Argentina (Pizzurno 935, P.B. of. 5, C1020ACA Buenos Aires, Argentina, email: cfce@me.gov.ar).

Hay un grupo en Facebook: "contra la desaparición de jacquesderrida.com.ar y heideggeriana.com.ar"

Cualquier idea es bienvenidahoracio.potel@gmail.com

Más información:

Nota aparecida en Clarín el Sábado 28, Febrero 2009

Reportaje a Horacio Potel en Página 12 del Domingo, 26 de Abril de 2009

Nota en El País (España) del 30 de abril de 2009.

Nota en Página 12 del Viernes, 13 de Marzo de 2009

Reportaje a Horacio Potel en Diario Uno el 26 de abril de 2009

Nota en La República de Perú el 2 de marzo de 2009

Nota en El Universal de Caracas

El caso en Boing BoingGrupo en Facebook "contra la desaparición de hedeggeriana.com.ar y jacquesderrida.com.ar"

Informe de CopySouth sobre el caso

Artículo de la Fundación Vía Libre

El juicio contra Potel en Rebelión

Reportaje Radial a Horacio Potel en FM La Tribu el sábado 21 de marzo

El caso Potel en Nación Apache

En Ecology, technology and social change

Derecho a leer

3.8.09

Las ONGs, ¿instrumentos de gobiernos y transnacionales?

Resalto los siguientes párrafos de este extenso artículo:

"En Estados Unidos, la firma ASK Public Strategies se ha especializado en la creación de ONGs por cuenta de empresas transnacionales. El objetivo es lograr que las empresas puedan ejercer una influencia indirecta sobre el debate público. Este método supone, por supuesto, que el vínculo existente entre la ONG y la transnacional que la financia se mantenga en secreto. Y pudiera ser peligroso que ese vínculo saliera a la luz pública, como sucedió cuando la prensa reveló que la asociación de consumidores por una electricidad confiable (CORE) en realidad había sido creada por ASK Public Strategies por cuenta de las centrales nucleares civiles Excelon. En todo caso, el fundador de ASK Public Strategies, David Axelrod, funge actualmente como consejero principal del presidente Barack Obama."

Las ONGs (organizaciones no gubernamentales) se presentan, por definición, como entes independientes de los Estados y representantes de la ciudadanía. La realidad es que están recibiendo cada día más subvenciones de los gobiernos y más financiamiento de las empresas transnacionales. A pesar de que carecen de legitimidad democrática, algunas ONGs ambicionan participar en la «gobernanza mundial».

.......Volviendo al caso que estamos estudiando, la administración de CARE-USA (la casa madre) se compone de una colección de ex responsables del Banco Mundial, empezando por su presidente W. Bowman Cutre [14] y su directora general Helene D. Gayle [15]. Según el sitio web de la ONG [16], su principal actividad es la lucha contra la pobreza y el hambre, conforme a la tradición inaugurada en Europa al término de la Segunda Guerra Mundial. Actualmente, afirma estar realizando un intenso cabildeo ante el Congreso y la administración Obama con vistas a la instauración de un amplio programa público de respuesta a la actual crisis alimentaria mundial.
Sin embargo, la mayoría de los observadores consideran que esa crisis alimentaria es consecuencia de las políticas que el Banco Mundial impuso en años anteriores como medio de instaurar la globalización económica [17]. Desde ese enfoque, la actividad humanitaria de CARE no sería otra cosa que un intento por limitar los devastadores efectos sociales de la política imperial impuesta por el Banco Mundial.

CARE dentro de la construcción europea y el Plan Marshall

Las siglas C.A.R.E. identifican a la «Cooperative for American Remittances to Europe», que se convirtió posteriormente en la «Cooperative for American Relief Everywhere». Según la óptica del Plan Marshall, los europeos tenían que ser asistidos y protegidos de la amenaza soviética, aunque fuera en contra de su propia voluntad. Para ello, los europeos tenían que ser portadores de «los valores americanos», a la vez conservadores y liberales, y convertirse en aliados incondicionales de Estados Unidos.

La CIA (desde 1948) y la OTAN (desde 1949) establecieron [en Europa] las redes stay-behind, encargadas de prevenir la llegada de los comunistas al poder y de organizar la resistencia en caso de invasión por parte del Ejército Rojo [
1]. Al conocerse ulteriormente la existencia de aquellas redes, se les designó generalmente con el apelativo de Gladio. 
Dentro de esa misma perspectiva, el ACUE (American Comittee on United Europe) subvenciona, desde Estados Unidos, a todas las organizaciones favorables a la construcción europea mientras que, del lado europeo, el «Comité de Acción por los Estados Unidos de Europa» le sirve de repetidor. Su presidente es el entonces comisario francés del Plan, Jean Monnet. Además, el Club de Bilderberg selecciona y promueve a las personalidades atlantistas en Europa [2].

LEER NOTA COMPLETA EN SU SITIO ORIGINAL

Escrito por Julien Teil para Voltairenet


TOTAL.... ¡ES BANGLADESH!

Se estima que entre 10 y 20 millones de personas, (10 las oficiales, 20 las extraoficiales), son las personas que se han ingerido desde hace 20 años agua de pozo cuyas napas estaban contaminadas con arsénico.
¿Quiénes construyeron los pozos?
Fue una obra conjunta del gobierno de ese país y UNICEF.
Había alguna forma de controlar las posibilidades de contaminación: SÍ
Existían antecedentes de contaminaciones similares: SÍ

¿Controlaron el pozo? NO

Mi opinión personal es que es absurdo que no hayan analizado el agua que salía por esas bombas.
Deduzco por tanto que el dinero destinado a tamañas obras era demasiado tentador como para aceptar reducir las ganancias invirtiendo en tratar las aguas para quitarles el arsénico.

UNICEF mantuvo bastante callado este tema desde entonces. Y mientras leía la nota, pensaba que es lógico que nada ni nadie nos haya informado en aquellas épocas sobre esto, porque al fin y al cabo, se trata de Bangladesh, así que a quién en la comunidad internacional le interesa lo que pueda pasar en "un país pobre lleno de pobres", más que para seguir haciendo negocios.
Seguí leyendo el artículo y dos oraciones más abajo de mi conclusión, llega el artículo a coincidir con mi pensamiento.
Tal vez deba tomarme más tiempo para poder elaborar un comentario productivo en lugar de desperdigar una serie interminable de insultos, quejas y reproches....

Destaco la siguiente frase del artículo publicado por Crítica de la Argentina hoy 03 de agosto de 2009.

La de Bangladesh es una catástrofe tan devastadora que "hace parecer a Chernobil como un pic-nic de escuela de domingo", asegura Richard Wilson, especialista de Harvard


DENUNCIAN ENVENENAMIENTO MASIVO
Millones de personas fueron intoxicadas con arsénico
Entre 10 y 20 millones están afectados en Bangladesh por haber consumido agua de pozos construidos entre el Gobierno y ONGs mundiales.


El arsénico es una sustancia química que se encuentra naturalmente en el subsuelo en diversas regiones del mundo. En Asia se ha localizado en algunas regiones, y Bangladesh es hasta ahora el país más afectado en todo el mundo: este tóxico ocuparía hasta el 60% de su territorio, según estudios del Hospital Comunitario de Dhaca y la Universidad de Jadavpur, en Calcuta. Según el Banco Mundial, antes de la década del ‘70, 250 mil niños morían por diarrea cada año por consumir agua superficial, de ríos y estanques. Para evitar ese problema, el Gobierno de Bangladesh y Unicef pusieron en marcha un programa para que se acostumbraran a consumir agua de los pozos que comenzaron a perforar en todo el país. El 95% de la población de Bangladesh empezó a utilizar el nuevo sistema sin saber que les iban a dar a beber arsénico: al agua de estos pozos no le revisaron los niveles cancerígenos.

El envenenamiento masivo se descubrió a principios de los noventa, cuando la población ya había bebido agua contaminada durante al menos 20 años. La de Bangladesh es una catástrofe tan devastadora que "hace parecer a Chernobil como un pic-nic de escuela de domingo", asegura Richard Wilson, especialista de Harvard que también estudió los efectos radioactivos en la ciudad de Ucrania. Las cifras de personas expuestas a la contaminación son disímiles: los recuentos más conservadores -hechos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), Unicef, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentacion (FAO) y Banco Mundial - estiman al menos unos 10 millones de ciudadanos. Los menos optimistas hablan del doble. La tragedia es traicionera: la gran mayoría enferma sin darse cuenta. El agua no tiene ningún olor o sabor extraño. Pero con el tiempo empiezan a aparecer manchas en la piel, sensación de ardor, cansancio crónico, pérdida de la sensibilidad en las extremidades, gangrena o daños en los órganos internos que pueden evolucionar en cáncer, principalmente de la piel, vejiga y pulmón. Algunos también mueren fulminados por infartos de miocardio.

¿Estaba Unicef implicado en la construcción de estos pozos? "Implicadísimo", responde el representante de esa organización en Bangladesh, Carel de Rooy. "Por eso salvamos a millones de niños de morir por diarrea", se justifica. "En aquel tiempo no se acostumbraba a hacer pruebas de arsénico", asegura con autoridad este hidrogeólogo, que incluso trabajó en la instalación de ese tipo de pozos en Nigeria. En tanto, para los denunciantes, Unicef y otras organizaciones internacionales son responsables, porque cayeron en un error por omisión. "En esa época ya se conocían casos de contaminación por arsénico en Antofagasta (Chile) o en Tseng (Taiwán)", dice el doctor Mahmuder Rahman, del Hospital Comunitario de Dhaca.Rahman asegura que al mundo no le importa este problema porque Bangladesh es un país pobre. Y porque son los más pobres quienes más lo sufren. "Los que están mal nutridos tienen más riesgo de sufrir el envenenamiento", asegura. "El único tratamiento es dejar de beber el agua contaminada, comer bien y tomar vitaminas". Pero para muchos no consumir ese agua es difícil, porque todavía no saben que es tóxica; o porque en más de 8.000 aldeas el 80% de los pozos están contaminados. Una cifra aterradora que podría crecer.